La medicina regenerativa es considerada como la mayor innovación en la medicina de nuestro tiempo. Se basa en el potencial curativo y reparativo de las células madre mesenquimales adultas (SVF), obtenidas del propio tejido del paciente (grasa), que, tras un proceso de separación y aislamiento celular, son implantadas en el mismo acto médico.
La ciencia avanza con tanta rapidez y fuerza, que, en un futuro próximo, reemplazará a la tradicional medicina repartida.
La aparición de una lesión o dolor puede condicionar nuestra vida tanto en el ámbito de las actividades diarias como en el ámbito deportivo, y es aquí donde, tras una evaluación e indicación correcta, podemos regenerar un traumatismo o desgaste e impedir que nuestro organismo se deteriore.
Para iniciar el tratamiento de medicina regenerativa, se realiza una pequeña extracción de grasa, generalmente de la zona abdominal, de forma ambulatoria y con anestesia local, sin dolor, para posteriormente realizar el proceso de reparación de los grupos celulares a través del sistema Lyposmol. Este sistema protocolizado permite, en aproximadamente 60 minutos, obtener un concentrado rico en células vasculares y estromales, en el que se encuentran las células madre mesenquimales adultas (SVF), con la máxima seguridad y viabilidad celular. Este tipo de células, con funciones antiinflamatorias, inmunomoduladoras y tróficas, son capaces de favorecer la regeneración de los tejidos dañados, activando los mecanismos de autorrepación con nuestras propias células, que anteriormente nos limitaban y nos retiraban de las prácticas deportivas que tanto nos satisfacen como actividad saludable.
Una multitud de estudios científicos han demostrado muy buenos resultados en el tratamiento de condropatías, artrosis, roturas tendinosas, epicondilitis, epitrocleitis o fascitis plantar, entre muchas otras, a través de la aplicación de los grupos celulares del tejido adiposo (SVF), pudiendo tratarse sin diferencia de edad y mediante la infiltración de estas células en la zona dañada. Al tratarse de una operación ambulatoria, no nos impide mantener nuestra actividad diaria, laboral o incluso la práctica deportiva durante el tiempo estimado para una recuperación completa, generalmente entre dos y tres meses.
Nuestro protocolo de trabajo se realiza, como se ha especificado anteriormente, de forma ambulatoria, con anestesia local, bajo un sistema protocolizado para la obtención de la muestra de tejido adiposo y el posterior procesamiento de separación y aislamiento celular e implante en la zona a tratar. Todo ello se lleva a cabo en el mismo acto quirúrgico, sin manipulación sustancial celular, con aplicación autóloga (células del propio paciente) y siguiendo un protocolo de trabajo desarrollado para ofrecer la máxima seguridad, viabilidad celular y efectividad en el tratamiento.
Sin alergias ni rechazos, dejamos que las propias células reparen los daños producidos por el envejecimiento celular o por traumatismos. Nuestro objetivo es recolectar, de la forma menos traumática posible, las células con capacidades antiinflamatorias, reguladoras y regenerativas del tejido adiposo, que se ha demostrado ser rico en este tipo de células, para trasladarlas, en el mismo acto quirúrgico y sin alterar su función celular, a un tejido dañado en proceso degenerativo o de reparación, que se encuentre escaso de estas células, con el objetivo de reforzar la ayuda a nuestro organismo en las funciones de reparación.
Además de su uso en traumatología, esta técnica se utiliza en otras especialidades como la andrología y medicina sexual, dermatología, ginecología, urología, ORL y medicina deportiva, entre otras.
Lo que nos reta cada día a los profesionales que utilizamos esta técnica es la búsqueda de un mejor procesamiento que nos permita ofrecer a los pacientes un servicio cada vez más práctico, cómodo, seguro y útil para su salud.




